Un año más…
Esta semana no hubo TDAH Weekly en su día habitual, pero tiene una explicación: quise esperar a mi cumpleaños para hacer una edición especial.
Fue una decisión consciente; es la semana de mi cumpleaños y quiero estar relajado y simplemente disfrutar. La afirmación anterior, sin embargo, es también una excusa para no mostrar la dualidad de cómo me siento al cumplir años.
Estoy feliz: me tomé el día libre y no tengo más responsabilidades que jugar The Last of Us Part II, salir a caminar con el perro y comer en uno de mis restaurantes favoritos de Madrid con mi esposa.
Aun así, desde hace algunos años cumplir años se ha vuelto… ¿difícil? Se siente como una tarea más, no como una celebración. Quizá me esté convirtiendo en uno de esos viejos que no recuerdan su cumpleaños porque es un día más, o quizá esté cayendo en la narrativa de que un cumpleaños es un recordatorio de todo lo que no lograste durante el año.
No lo sé. La verdad es que, con el tiempo, cumplir años se ha vuelto más fastidioso. Se siente como una carga para mi esposa —quiere hacer reservaciones, saber a quién quiero invitar y con quién quiero celebrar—, un recordatorio de que no tengo a mi familia cerca y, como siempre, de que no soy tan carismático ni tan influyente como quisiera.
Sí, tengo una familia en este momento: un núcleo pequeño —mi esposa, mi perro y yo—, y una familia extendida. Pero extraño a mi familia de sangre, la que se despierta el día de mi cumpleaños y sabe que es mi cumpleaños. Mi familia extendida, con la que más interactúo, no lo tiene tan presente. Mi esposa lleva días diciendo: «Voy a comentar que es tu cumpleaños, a ver si quieren hacer algo», y eso lo hace un poco menos especial.
También se ha vuelto inmensamente frustrante responder al «¿Y qué quieres que te regale?» y tener que buscar cualquier cosa en internet que me guste o que se asocie lo suficiente conmigo para no hacerlos sentir mal.
Hay una frase de Rise Against que dice:
«Maybe we've outgrown all the things that we once loved» - Audience of One, Rise Against
Muchas veces me siento así, sobre todo porque no quiero otro regalo genérico de Star Wars, LEGO, Dragon Ball o ropa. Quiero cosas que realmente pueda usar o que me hagan sentir bien.
Hoy en día prefiero que no me regalen nada a tener que idear una forma de mostrar o armar otro set de LEGO en mi oficina. En realidad no necesito mucho —al menos no material— porque mis necesidades básicas están cubiertas. O quizá no me sienta digno de usar mi tiempo en armar otro set de LEGO; tengo que ser más productivo en mi día a día.
En el borrador original de TDAH Weekly mencionaba que mi regalo ideal sería una cámara Leica, porque siempre he querido una. Quizá algún día escriba por qué la quiero y qué significaría tenerla. Pero, en realidad, lo que quiero es tiempo para tener y usar una Leica.
A veces pienso que no quiero celebrar porque celebrar implica tener demasiado en cuenta: restricciones dietéticas, lo que le gusta y lo que no le gusta a fulanito y menganito, si el lugar o la hora se ajustan a su agenda o a su billetera… Es demasiado trabajo y se vuelve estresante querer pasarlo bien con alguien. O quizá pongo demasiada atención en lo que pensarán de mí y no quiero hacer sentir mal a nadie. Quiero que las personas estén allí porque podemos pasar un buen momento, no porque yo o mi esposa hayamos hecho un trabajo de segmentación social y psicográfico para encontrar el lugar óptimo para verme soplar velas sobre una torta.
Además de todo esto, está la realización de que pasa un año más y muchos obstáculos que ni siquiera me busqué siguen ahí. Con el tiempo, ciertas cosas se han vuelto fáciles y otras siguen siendo difíciles. En mi caso, lo que más atención recibe es lo que sigue siendo difícil.
No puedo ir a Venezuela por el momento, no puedo honrar el legado de mi padre, no puedo tomar vacaciones, ni siquiera puedo decir que estoy tranquilo porque todo lo que trabajaron mis padres les permitió vivir tranquilos.
Pero entonces, ahora que lo pienso, no es que no quiera nada para mi cumpleaños o que no lo disfrute. Quisiera tener independencia y control de mi tiempo para poder disfrutarlo más y con la mejor versión de mí. Lo que quiero es sentir que me estoy regalando algo yo, en lugar de que me den cosas materiales que solo me quitarán tiempo buscando dónde guardarlas, mostrarlas o usarlas.
Quizá lo que quiero es tiempo… y un par de lucky breaks.
Ni siquiera estoy escribiendo sobre mi cumpleaños; estoy escribiendo sobre cómo quisiera sentirme el resto del año. En mi cumpleaños seguramente estaré feliz y tranquilo, rodeado de personas a las que les importo y que disfrutan de mi compañía (vi la lista de invitados y realmente disfruto estar con cada una de las personas a las que invitaron), pero querría que durante todo el año todo saliera tan bien como en mi cumpleaños.
Cosas que he aprendido en 37 años
Vivir en Londres
Quizá fue una de las primeras reflexiones que tuve después de cumplir años el año pasado. Vivir en Londres fue una de las experiencias más gratificantes y enriquecedoras que tuve mientras crecía. Viajar a los 18, cuando el internet en los celulares aún no se había popularizado, me obligó a entender el mundo de otra forma. Para ubicarme en la calle tenía que usar un mapa de papel; Google Maps no existía. Además, aprendí que el valor de las cosas se lo das tú mismo en relación con el esfuerzo que te toma obtenerlas. Veía cómo chicos de mi edad regalaban zapatos de fútbol después de usarlos tres o cuatro veces, mientras yo llevaba los mismos desde hacía años porque no quería que mis padres compraran nuevos (llegué incluso a jugar con unos remendados con cinta adhesiva para que no se les desprendiera la suela).
La serendipia existe, o el “todo pasa por algo”
A veces digo: «Joder, si estuviera en EE. UU. estaría súper preocupado por todo lo que está pasando». Seguramente tendría miedo de ser deportado, inmerso en un proceso migratorio interminable. No haber obtenido la visa me permitió despedir a mi papá —tarde, pero pude ir a Venezuela y darle una despedida digna— y, al final, venir a España fue una bendición: ahora estoy tranquilo, sin depender de un pasaporte venezolano ni de largos procesos de regularización.
Cómo te percibes sí importa
Jamás me arrepentiré de mis tatuajes. Nada me gusta más que despertar, mirar mi brazo y verlos. Sí, son parte de mi identidad, pero también un recordatorio de que puedo cambiar las cosas, de que puedo modificar mi realidad. Cada tatuaje agrega significado a una historia más grande. Puede que a muchos no les gusten o que se ponga de moda el clean look, pero en 37 años hay pocas decisiones con las que me sienta tan satisfecho como con cada uno de mis tatuajes.
De hecho, fui más allá: a mis 32 años me puse zarcillos. Siempre quise, pero había una excusa —padres conservadores, razones profesionales—. La pandemia y el trabajo desde casa me dieron la oportunidad. Hoy no los uso a diario, pero verme al espejo y ponérmelos me sube la autoestima como no tienen idea.
Tener un perro es indispensable
He tenido muchos perros, pero nunca había cuidado de uno completamente. Parte de crecer ha sido admitir que en mi casa había perros, pero no eran míos ni los cuidaba yo; los cuidaba mi hermano y mi prima se hacía responsable. Archer es el primer perro que depende totalmente de mí y por el que más me he preocupado en la vida. Saber que depende de mí no solo me ha hecho entender lo que significa tener un hijo, sino que me ha vuelto más empático y me ha ayudado a dimensionar las responsabilidades que conlleva la crianza de otro ser vivo. No diré que todos deberían tener un perro —hay mucho imbécil que cree que los animales son menos que nosotros o no sienten—, pero, si quieres ser una mejor persona, deberías considerar tener uno.
El colegio/bachillerato nunca se acaba
¿Recuerdan todas las exposiciones, trabajos en equipo, exámenes orales y presentaciones de proyectos en el colegio o la universidad? ¿Recuerdan al compañero que se quejaba porque no entendía «pa’ qué tanta exposición»?
Ahora lo entiendo: el colegio te prepara para más de lo que crees. El 90 % de mi día a día en el trabajo consiste en reunirme para asignar tareas, crear presentaciones, investigar para redactar deliverables y presentar resultados.
La educación moderna fue diseñada para familiarizarte con el trabajo corporativo.
Lo pongo así:
Trabajo escrito = Deliverable/Reporte
Examen oral = Entrevista de trabajo
Exposición = Presentaciones y charlas
Conseguir un trabajo = Encontrar un equipo cuando recién te cambian de sección
Si algún ex alumno me lee, espero que haya conseguido estas mismas similitudes en su vida profesional.
Todo es política
En derecho, una de las primeras cosas que te enseñan es que “El ser humano es un ser político”. Cualquier venezolano que haya vivido su adolescencia o siendo un adulto joven en venezuela durante el 2000 - 2013 puede entender esto más que otros.
Nuestra vida depende más de la política de lo que quisiéramos. No solo porque un político puede cambiar las situaciones económicas, sociales, y legales; sino porque en la vida nos toca aprender más de gerencia, diplomacia, derecho, economía, y carisma de lo que quisiéramos.
Si estás en una oficina, hay office politics; office politics, si estás con tu familia, hay family politics; En tu edificio, hay un condominio el cual se lleva con política; e incluso con tu pareja hay que ser político. La mayoría de promociones en la oficina se hacen por quien tiene carisma y mejor relación con el decision maker. En las reuniones familiares no solo hay que invitar al tío socialista; sino que hay que escucharlo decir que el comunismo real nunca se ha probado. El presidente de condominio es tan importante que el valor de tu propiedad depende de si se roba los reales o de verdad los invierte en mantener las áreas comunes. La única forma de mantener una relación larga con tu pareja es entendiendo sus necesidades, y logrando una armonía entre las tuyas, las de tu pareja, y los recursos disponibles.
Históricamente, y objetivamente, a Jesús lo crucificaron, por un problema político.
La política está en todo, y por eso no puedes confiar o ser amigo de alguien que no te diga “a mí no me gusta la política porque todos son iguales”. Quizás es porque el análisis político es parte de mis pasiones, pero yo les recomendaría alejarse de esas personas.
Joder, ahora que lo pienso, la política está incluso en este blog. Ya mi esposa me regañó porque tengo que cuidar más mi presencia en las redes y no ser tan abierto con lo que en realidad pienso.
37 años de música
Con 37 años sigo pensando que mis gustos musicales son superiores a los de la mayoría. Pero también, con 37 años he evolucionado lo suficiente en mis gustos (y con un poco de educación musical) como para tener una lista de más de 100 canciones favoritas.
La idea original era ponerlas todas acá, o armar un playlist y publicarlo acá. Pero, luego pensé que casi ninguno de ustedes lo escucharían. Así que en vez de eso, voy a darles 5 canciones que pongo en diferentes momentos para sentirme mejor o motivado.
What’s up danger — Black Caviar.
Esta canción la descubrí en la que es tal vez la mejor película de 2018, y una de mis favoritas: Spider-Man: Into the Spiderverse no solo es una obra de arte animada, sino que tomó una de mis historias menso favoritas de Spider-Man y la volvió épica junto con un soundtrack de puta madre.
Esta canción en especifico la ponen justo cuando Miles decide arriesgarse, y acabar con todos sus miedos. Todo el significado detrás de la escena en donde Miles cae, y voltean la cámara para hacerlo ver como si ascendiera, está en esta canción (Todo el concepto, y significado de esa escena me inspira tanto! llevo la palabra “Rise” tatuada en mi brazo, y es un poco en parte por esta escena).
Escuchen la canción, y díganme que no se sienten energízados.
Here’s your letter — blink-182
Fun fact, esta es mi canción favorita de blink-182. Lastimosamente no la incluyen en ningún setlist actual. Es realmente raro en vivo.
Para mi, es la mejor canción que expresa mis ganas de no rendirme: “Fuck, I can’t let this kill me, let go… I need some more time to fix this problem”.
No sé exactamente la historia detrás de la canción, pero está en el untitled album. Un album que con 15 años no disfruté tanto como cuando crecí y entendí de todo lo que hablaban en ese momento (aunque es la razón por la que me encanta vestir de rosa). Es una canción corta, y que parece que no descansa, pero es de las mejores que tiene blink-182.
King of the Rodeo —Kings of Leon
Kings of Leon se caracteriza por dos cosas: La voz de Caleb Followill (Joder, como quisiera tener esa puta voz aterciopelada), y las melodías más fáciles de tocar en la guitarra que te puedas imaginar.
Estoy seguro que esta canción en especifico, es sobre alguien arreglándose para ir a conocer o ver a alguna ex. No siempre entiendo las metáforas de Kings of Leon por que son muy folclóricas de Tennessee. Pero esta canción la escuchaba todos los días al ir a la universidad y el “let the good times roll on” me lleva a uno de los mejores momentos de mi vida. Cuando estudiaba derecho y me di cuenta que me gustaba.
1979 — The Smashing Pumpkins
No sé si alguna vez podré ver a The Smashing Pumpkins en vivo. Pero si me dan la oportunidad de solo ir a verlos tocar una canción, sería esta.
Recuerdo ver el vídeo por la noche en MTV. Me parecían tan raros. Pero en cuanto, escuché la letra con cuidado, fue aprendérmela y contagiarla a todo gañote por horas frente a la PC de mi casa.
Hoy en día, escuché mi cooldown song . Después de trotar, le pido a Siri que ponga esta canción mientras mis pulsaciones bajan.
No lo sé, esta canción me calma.
1996 — The Wombats
Esta es la canción que define como me siento en este cumpleaños.
Voy a ver a The Wombats dentro de un mes, y estoy más emocionado por escuchar esta canción por cualquier otra cosa que pueda ver o pueda pasar en ese concierto.
La letra, la primera estrofa, el solo de guitarra, y toda la melodía es simplemente la forma perfecta para ponerte nostálgico y feliz al mismo tiempo. Como dije antes, soy de la generación que pudo jugar en las calles y vivir el mundo antes del internet y los teléfonos inteligentes. 1996, me hace recordar todo eso y sentirme feliz.
Nota para mi mismo: necesito comprar este disco en vinilo.
Con todo esto, también he tenido un poco de nostalgía. Sobretodo, porque cuando estás en tus 20, lo último que piensas es que aún te falta por aprender. Y ver fotos viejas, me ha hecho pensar en todo lo que he cambiado. No solo físicamente, sino mentalmente.
Lo que pensaba en ese momento, era tan diferente a lo que pienso hoy en día. Era tan inocente, y entendía tan poco del mundo, que ahora quisiera saber cuánto de todas las cosas que en ese momento tenía en la cabeza cambiaron o resultaron ser erróneas.
En fin, sin mucho más, bienvenidos a un viaje por la vida de Francisco:


























